Apoteosis verde.
El Racing vuelve a ser equipo de la Segunda División A. A base de sufrimiento, mucho sufrimiento, y de tener fe en lo que hacía, el equipo ferrolano recuperó la categoría de plata que perdió hace algo más de un año. Ayer superó el último escollo que tenía enfrente, el Alicante, en un partido que resume lo que ha sido esta campaña para el cuadro verde, porque lo pasó mal durante muchos minutos del partido, pero recurrió a su ambición y sus ganas de ganar para conseguir el objetivo soñado al principio de la temporada, que parecía imposible hace sólo unos meses y que ahora ya es toda una realidad.
Que dos tantos de diferencia es una buena ventaja, pero nunca definitiva, lo comprobó el Racing, sobre todo, en los diez primeros minutos del partido. En ellos se concentró el mayor peligro del Alicante, que no necesitó más tiempo para fabricar tantas oportunidades de gol como para darle la vuelta a la eliminatoria. Sin embargo, ni Germán ni Borja acertaron primero a convertir las opciones de que dispusieron y, cuando el equipo local sí fue capaz de marcar, el árbitro anuló ambas acciones, eso sí, de una manera acertada.
El caso es que el cuadro verde salió airoso de este arreón inicial y, poco a poco, fue recuperando el aire cuando empezó a tener un poco -muy poco- la pelota en sus pies, mientras que la intensidad del juego del Alicante empezó a disminuir paulatinamente. Pero esta dinámica nueva sólo duró unos minutos y únicamente tuvo como rédito un lanzamiento de Jonathan, porque en poco tiempo el Alicante volvió a la carga, aprovechándose de la fragilidad defensiva mostrada ayer por el cuadro verde. Así, el equipo local seguía ganando una y otra vez la espalda a la defensa racinguista hasta que una de esas acciones se convirtió en el gol de Capi que puso el miedo en el cuerpo a los racinguistas poco antes de que se llegase al descanso del choque.
Con la mínima ventaja en el marcador a favor del Alicante, el partido entró en una segunda parte en la que unos, los locales, se disponían a ir sin descanso a por el tanto que igualase la eliminatoria, mientras que los otros, los de verde, sabían que necesitaba marcar un gol para vivir con más tranquilidad los minutos que quedaban para certificar su ascenso a la Segunda División A. Pero ni el Alicante, aun dominando la situación, tuvo la claridad de ideas de la primera parte para crear auténtico peligro ante la meta de Queco Piña, ni el Racing, aunque se estiró más, apenas fue capaz de generar oportunidades sobre la portería rival más que un lanzamiento de Jonathan Carril dentro del área que fue detenido por el cancerbero contrario.
Con estos ingredientes, los minutos fueron transcurriendo lentamente, con un Racing sufriendo para mantener la mínima desventaja con la que estaba en el marcador y un Alicante, liderado por Capi, que siguió intentándolo, pero cada vez con menos fuerza. Fue la prueba de que el equipo ferrolano debe esta temporada sus éxitos a la capacidad de sufrimiento que tiene, porque los últimos intentos del equipo local mantuvieron hasta el último instante la incertidumbre, pero no fueron capaces de impedir que el cuadro verde tradujese su capacidad de superación en un ascenso que lo devuelve al sitio que perdió la temporada pasada.
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