La revolución empresarial de los inmigrantes en España.
Uno de cada seis extranjeros trabaja por cuenta propia.
'En un futuro queremos abrir otro locutorio, bueno no sé si sería un locutorio o una tienda de informática; y también estoy pensando en abrir una cafetería, o quizás una tienda de dulces de Rumanía, con producción propia'. Este es uno de los testimonios de Natasha, una rumana que regenta un locutorio en Madrid y que forma parte de los 241.000 pequeños empresarios inmigrantes, que ya cotizan a la Seguridad Social como autónomos. Esto significa que uno de cada seis inmigrantes en España trabaja por cuenta propia.
El de Natasha es un claro ejemplo de una nueva generación de empresarios, que cada vez tiene una mayor presencia en la economía española y que se hace especialmente visible en las calles de las grandes ciudades, donde empieza a haber barrios en los que la presencia de comercios y otros negocios regentados por extranjeros es similar a la de los españoles.
La Fundación La Caixa presentó ayer el informe El empresariado inmigrante en España, que presenta las conclusiones extraídas en 51 entrevistas en profundidad realizadas en los barrios de Lavapiés (Madrid), el Raval (Barcelona) y Russafa (Valencia), donde la población inmigrante llega a representar el 45% de los vecinos.
Según este estudio no hay una razón única que lleve a los inmigrantes a crear un negocio. Si bien, la mayoría de los motivos tiene que ver con 'sus dificultades para encontrar un trabajo convencional como asalariados'. Esto se hace especialmente patente en el caso de las mujeres. De hecho, hay más extranjeras que se establecen como autónomas (un 52,2%) que hombres (47,2%). Esta diferencia es aún mayor en Madrid o Valencia, donde las autónomas inmigrantes superan el 60%.
En otros casos, los extranjeros detectan ausencias en el mercado motivadas por su condición de inmigrantes y crean una empresa para subsanarlo. El ejemplo más claro de estas empresas, que el estudio denomina 'de necesidad', son las carnicerías halal para la población musulmana.
Hay otro grupo de emprendedores inmigrantes que ven oportunidades de negocio en la prestación de servicios a extranjeros, que tienen dificultades para obtenerlos en el mercado español, bien por la diferencia del idioma o por otros motivos. Es el caso de los servicios jurídicos, inmobiliarios o de ONG.
Pero dónde los autores de este análisis ven más potencialidad de negocio en un futuro es en las empresas generalistas, como los bares, establecimientos de electrodomésticos o pequeñas empresas de construcción y reformas. Esta diversificación está surgiendo en respuesta a 'cierta saturación de los negocios étnicos, a pesar de que se diseñen estrategias específicas para hacer frente al problema', indica el estudio.
Aunque más allá de estas estrategias diferenciadas en los negocios puramente étnicos, los empresarios de origen inmigrante no tienen planes de empresa diferentes a los del conjunto del empresariado español.
La única particularidad que encuentran los autores de esta publicación es 'la disponibilidad de recursos étnicos'. Se trata de redes de inmigrantes que facilitan, entre otras cosas, conseguir financiación (como avalistas o directamente prestándose el dinero unos a otros); compartir información útil; reclutar trabajadores o suministrar productos.
'Este tipo de relaciones empresariales entre los extranjeros están basadas, en muchas ocasiones, en la confianza. Por ejemplo usan a menudo la fórmula de traerse de sus países un contenedor de juguetes o de productos y lo pagan al proveedor después de haberlos vendido en España', explicó ayer Carlota Solé, una de las autoras de este estudio.
En cualquier caso, esta catedrática de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, hizo hincapié en que la emergencia de estos negocios no supone ninguna amenaza para los comercios tradicionales 'porque ocupan los sitios que las segundas generaciones de comerciantes españoles no quieren atender'. Solé admitió que la rentabilidad de los negocios de inmigrantes radica fundamentalmente en las largas jornadas laborales, el trabajo en días festivos y las ayudas familiares no retribuidas: 'esto supone una competencia pero desleal, no', dijo. Además, aseguró que es la respuesta 'capitalista' ante el hecho de que 'el pequeño comercio tradicional no se ha adaptado al cambio de hábitos, necesidades y horarios' de los españoles.
El papel de los bancos y las cajas en la financiación de las empresas de los inmigrantes es aún tímido. Si bien empiezan a surgir iniciativas como la de La Caixa, que abrirá el lunes un banco de microcréditos que al que acudirá mayoritariamente este colectivo.
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